Bruce Lee, el célebre icono del Kung-Fu, aconsejaba a sus alumnos que sean como el agua: “Si pones agua en una taza, se convierte en la taza, si pones agua en una botella se convierte en la botella, si la pones en una tetera se convierte en la tetera. El agua puede fluir o puede aplastar. Se como el agua. Amigo mío, el agua que corre nunca se estanca, así es que hay que seguir fluyendo.”
Esta metáfora líquida también es utilizada por Sun-Tzu en su conocido tratado de estrategia al afirmar que “los ejércitos son como el agua: la naturaleza del agua es evitar lo alto e ir hacia abajo.”
Estas metáforas nos servirán para introducir la Segunda Sabiduría Estratégica. Te será útil para tomar mejores decisiones e interpretar con mayor agudeza estas afirmaciones casi esotéricas de Bruce Lee y Sun-Tzu:
La Segunda Sabiduría Estratégica dice: Ten siempre en mente el objetivo, adapta constantemente tus planes a las circunstancias.
Estrategia no es piedra, es agua. Es flexibilidad, no rigidez y siempre debe adaptarse pero sin olvidar el objetivo final. La metáfora del agua es por lo tanto apropiada pues esta se adapta a toda forma pero sin perder su propia esencia. Es flexible pero no corrupta, es integra pero se adapta a las circunstancias para lograr el objetivo final.
Utilicemos esta misma metáfora para dilucidar dos aspectos de la Segunda Sabiduría Estratégica:
2. Para llegar al objetivo final siempre buscan el camino que presenta menos resistencia. Se adaptan al terreno y fluyen por donde les sea natural, por donde encuentran menos obstáculos.
Como todas las Sabidurías Estratégicas esta también es evidente por si misma y sencilla en apariencia. “Ten siempre en mente el objetivo, adapta constantemente tus planes a las circunstancias”.
No obstante, la no observación de la Segunda Sabiduría Estratégica, así como ocurre también con la Primera Sabiduría, es la causa de muchos errores estratégicos y la razón de porque muchas empresas (y personas) terminan perdiendo el camino.
La Fábula de Esopo nos narra como una liebre y una tortuga se retan a una carrera para ver quién de las dos es más rápida. Evidentemente la liebre parte en cabeza y en poco tiempo coge una gran ventaja sobre su lenta perseguidora. Al verse con la victoria en el bolsillo la liebre se permite sentarse a descansar a la sombra de un árbol y cae dormido. Cuando despierta la tortuga está a punto de cruzar la meta y pese al esfuerzo de la liebre que trata en vano de retomar la cabeza, la tortuga acaba ganando la carrera. La fábula suele ser vista como un elogio a la constancia y a la perseverancia de la tortuga. Pero del punto de vista estratégico no fue la tortuga la que ganó, sino la liebre la que perdió. Perdió porque cometió el error de no recordar la Segunda Sabiduría Estratégica.
La Segunda Sabiduría Estratégica nos recuerda de ser como las aguas del rio que no olvidan llegar al mar aunque estas fluyan por los larguísimos cursos del Nilo o del Amazonas pasando por innumerables terrenos y situaciones.
El objetivo final de la Estrategia no es el objetivo táctico a corto plazo, sino el objetivo superior al cual los demás objetivos tácticos se deben someter. La Estrategia que está por encima de todas las estrategias a corto y mediano plazo la llamamos “Gran Estrategia”.
Veamos un ejemplo de Estrategia vs. Gran Estrategia. El ataque Japonés al puerto de Pearl Harbour (Hawaii) fue un éxito táctico de todo punto de vista. El comandante Isoroku Yamamoto aplicó el Principio Estratégico a la perfección y logró el objetivo propuesto: destruir la fuerza naval americana del Pacífico sufriendo un mínimo de bajas japonesas.
Pero aquello que fue un gran éxito a corto plazo significó un gran error estratégico a largo plazo. Japón no considero una Gran Estrategia. Con el ataque a Pearl Harbour Japón forzó a Estados Unidos a entrar a la Segunda Guerra Mundial, los Aliados Europeos lograron aumentar sus fuerzas e invadir Europa, Alemania terminó derrotada y pocos meses después Japón tuvo que rendirse. Estados Unidos no tuvo reparos en probar dos bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki y probablemente el ataque sorpresa a Pearl Harbour haya disminuido los escrúpulos americanos al momento de la toma de decisiones.
Existen muchas formas de perder de vista el objetivo. La distracción puede venir en forma de otras aparentes oportunidades que surgen pero que no están ligadas al objetivo de tu Estrategia o de tu Gran Estrategia.
Michael Porter, profesor de Estrategia de Negocios de Harvard, afirma que» una empresa sin estrategia está dispuesta a hacer cualquier cosa”. De igual manera podemos afirmar que una empresa sin estrategia, por lógica, tampoco podría recordar seguir la Segunda Sabiduría Estratégica.
Otra forma de perder de vista el objetivo final puede derivar del éxito parcial. Seria como el comandante japonés Yamamoto festejando el éxito del ataque a Pearl Harbour sin darse cuenta de que era el inicio del fin para Japón.
No sabemos cuan grande haya sido el festejo de Yamamoto, pero sabemos que él mismo había enviado el 29 de Septiembre de 1941 (dos meses antes del ataque) un informe al jefe de Estado Mayor de la Armada, el almirante Osami Nagano, afirmando:
«Es evidente que una guerra entre Estados Unidos y Japón sería necesariamente larga. Estados Unidos no cejará mientras Japón esté ganando. La guerra durará varios años. Entretanto, los recursos de Japón se agotarán, los barcos de guerra y el armamento quedarán dañados, será imposible reponer el material… Japón se empobrecerá. No se debe librar una guerra con unas probabilidades tan pequeñas de victoria. Durante los primeros seis o doce meses de guerra contra los Estados Unidos y Gran Bretaña, causaré estragos en todos sus flancos y conquistaré una victoria tras otra. Para entonces, si la guerra continúa después de ese tiempo, no tengo ninguna expectativa de éxito».
Las situaciones donde podemos y debemos aplicar Estrategia son múltiples y variadas, por lo tanto existen muchos objetivos posibles. No obstante, la pregunta que me gustaría plantearte es ¿Cual es tu Gran Estrategia? ¿Cual es el objetivo final que buscas?
En todas nuestras acciones subsecuentes a la definición de la Gran Estrategia debemos recordar la Segunda Sabiduría Estratégica: “Ten siempre en mente el objetivo, adapta constantemente tus planes a las circunstancias”.
La liebre de Esopo empezó bien pero a mitad de camino había olvidado el objetivo.
Perder de vista el objetivo es una forma de malograr la estrategia. Pero elegir el objetivo equivocado (o no tenerlo) es un error estratégico aún más fundamental.
Si ya tienes una Gran Estrategia entonces tendrás un objetivo final. Y si tienes un objetivo final recuerda siempre la Segunda Sabiduría Estratégica.
Te dejo una frase final de Sun-Tzu y te propongo que la medites considerando tanto la Segunda Sabiduría Estratégica como el Principio Estratégico. ¿Logras encontrar ambos en esta larga frase?
“Los ejércitos son como el agua: la naturaleza del agua es evitar lo alto e ir hacia abajo; la naturaleza de los ejércitos es evitar lo lleno y atacar lo vacío; el flujo del agua está determinado por la tierra; la victoria viene determinada por el adversario. Así pues, un ejército no tiene formación constante, lo mismo que el agua no tiene forma constante: se llama genio a la capacidad de obtener la victoria cambiando y adaptándose según el enemigo”. Sun-Tzu.
La semana que viene veremos la Tercera Sabiduría Estratégica y continuaremos esta mini serie sobre Estrategia.
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