En esta serie sobre Liderazgo Transformacional tuvimos que primeramente responder al acertijo de la Esfinge y luego conocimos Los 2 Fundamentos para comprender qué es Liderazgo y qué es ser un líder realmente.
Te invito a continuar nuestro viaje pues el siguiente paso nos ayudará a identificar el gran enemigo del liderazgo, el Ego personal. Identificándolo podremos continuar el viaje conscientes de que todo Liderazgo tiene inicio con el Auto-Liderazgo.
La prueba definitiva para el liderazgo organizacional (i.g. una empresa, una nación, un club, una ONG, o una familia) está en poder dejarla en mejores condiciones de aquellas que el líder encontró cuando asumió el cargo de liderazgo.
Para lograrlo un líder debe estar abierto a aceptar que existen cosas a mejorar, a aceptar los errores de su equipo y a reconocer sus propias falencias.
Este ejercicio puede parecer sencillo pero resulta difícil para la mayoría pues implica hacernos vulnerables y una gran dosis de humildad. Tanto la vulnerabilidad como la humildad se interpretan como debilidades en la mente de muchos directores, pero no es así. Ambas son pre-requisitos para establecer un genuino liderazgo transformacional. Para poder construir liderazgo el líder debe ser capaz de identificar y remover su Ego personal.
Estos dos ejemplos abajo nos mostrarán como el Ego personal es ciego y puede llevarnos a la ruina.
Recuerdo dos eventos donde las personas en posición de liderazgo buscaban soluciones a problemas y para tanto decidieron convocar a sus equipos para una sesión de “tormenta de ideas”.
El primer caso es un vice-presidente (VP) de una corporación global. Este hombre había convocado a todo su equipo para pensar como podrían mejorar los negocios a su cargo. El VP tenia meses en la división y no había logrado establecer relaciones de confianza con su equipo. Demostraba inseguridad al exhibir su poder formal con amenazas veladas y constantemente recordaba a todos que había sido nombrado por el CEO global. Para el equipo este VP no era un líder, era apenas un jefe.
Su equipo no lo admiraba, lo temían. Durante la sección de “tormenta de ideas” más de uno había permanecido callado con temor a equivocaciones. Mi rol ese día era simplemente el de un observador y me pareció curioso cuando el VP se dirigió a uno de sus gerentes:
– Oye, tienes que participar más! Debes hacer alguna pregunta o dar ideas. Esto es una sesión de “tormenta de ideas”!
Varios de los participantes tenían la impresión de que el VP ya tenia formada sus ideas, pero minutos más tarde el mismo gerente que había recibido la advertencia pidió la palabra y dio una idea. No recuerdo cual fue la idea, pero siendo una sesión de “brainstorm” prácticamente todo era valido.
Al terminar de compartir la idea el gerente se calla. El VP lo mira y en frente a todos dice:
Podría parecer absurdo (y lo es!) pero este VP había solicitado participación pues era lo que se suponía debía hacer durante una “tormenta de ideas”, pero estaba ciego a cualquier idea que no fuera suya. La reunión terminó como empezó, con la certeza de que se implementarían únicamente las ideas del VP.
Diez meses más tarde este ejecutivo fue removido de la posición porque su equipo no lograba trabajar con el, el Gerente General de la división no lo toleraba y las ventas habían caído y los procesos se habían hecho más lentos.
El segundo ejemplo también es real, aunque más chocante.
A finales del los años 80 Iraq estaba en guerra con Iran ya hacia ocho años. Antes de la guerra Iraq se ubicaba como el segundo mayor exportador de petróleo del Golfo Pérsico. Sus ciudadanos podrían tener un país prospero si Saddam Husseim, presidente de Iraq, aplicara los recursos del petróleo en beneficio de la gente (i.e. educación, infraestructura, salud, etc.).
Pero Saddam prefirió armarse e invadir su vecino — la República Islámica de Iran — con el objetivo de apropiarse de otra provincia petrolera (el Khuzestan) y anexar el margen oriental del río Shat-el-Arab.
Pero luego de ocho años de guerra Saddam se encontraba ahogado en deudas con los países del golfo, principalmente con Kuwait.
Reconociendo la situación como siendo insostenible Saddam Hussein hizo lo mismo que el VP: convocó a sus consejeros más cercanos a una sesión de “tormenta de ideas”. Para para la mayoría de los iraquíes Saddam no era un líder, era apenas un tirano.
Su gente no lo admiraba, lo temían.
Saddam necesitaba encontrar una salida urgente para el conflicto armado. Uno de sus consejeros (amigo personal suyo) dijo tener lo que creería ser una buena idea y pidió permiso para compartirla.
— «Presidente, en la mente de los Iranianos su imagen está muy asociada con la guerra. ¿Que le parece si armáramos un plan y usted finge dejar la presidencia de Iraq por seis meses y nosotros nos encargamos de negociar la paz? Posteriormente cuando esté firmada la paz con Iran usted vuelve a la presidencia. Seria nada más un estratagema para convencer a Iran a firmar el armisticio.»
Saddam Hussein se levantó de su sillón, caminó hacia este hombre, lo tomó del saco y levantándolo de la mesa lo arrastró para fuera de la sala. Los presentes quedaron aterrorizados cuando escucharon un inconfundible “bang” en el corredor. Segundos después vieron al presidente retornar a la sala con su pistola humeando y preguntado:
Tiempo después Iraq invadió Kuwait, su principal acreedor, y provocó otra guerra (la Primera Guerra del Golfo). Años después Iraq estaba en caos, arruinado y destruido. Saddam terminó siendo capturado años después por los ejércitos enemigos en una cloaca. Fue juzgado y ahorcado.
Hasta el día de hoy Iraq sufre las consecuencias del «liderazgo» egocéntrico de Saddam Husseim.
Estos dos ejemplos están separados por grados de civilización, pero el verdadero Liderazgo Transformacional y el Ego personal no son compatibles. Nuestro gran enemigo (tu gran enemigo) en este camino del liderazgo es el Ego personal!
Una persona dominada por su Ego, por su “importancia personal”, es insegura, no acepta errores, no escucha ideas y por lo tanto no logra progresar o liderar.
Si realmente deseamos construir liderazgo y comprender la definición y el significado de ser líder debemos primeramente conquistar nuestro Ego, nuestras inseguridades y nuestros miedos. Recién después estaremos libres para escuchar, construir confianza, ser el ejemplo y servir a nuestros equipos y a nuestra organización.
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